Regalo Anticipado

Eran ojos brillantes. Y de colores. Guirnalda de luces en el arbol, entre viejos barbudos de mejillas regordetas.
Posaba frente al arbolito de ojos parpadeantes, se daba una vuelta, el, cerraba los ojos, volvia a mirarlo y ahi estaba guiñandole verde Amarillo azul violeta, violentina azulacea amarillista; luego las luces parpadeaban y volvia a resplandecer:

Aplausos!!

Repasaba. Todos los dias las dosis de cordura: catorce unidades de la toscura por la mañana,mas tres de la transparente, y luego cuatro de esa de ahi, es misma, despues al almuerzo y en la noche otras cuantas cuantas. Y otro pinchazo. Niño, se equivocaba. Las matematicas de su inconciente no eran exactas.
Nada era preciso, pero que importaba: el era la oveja negra de la familia, porque no comentaba la actualidad, solo el futuro. El padre con la mirada vigilante, no vaya a ser que arruine la reputacion de la familia.
Los dias: una rutina de jeringas esterilizadas que el Niño no desechaba hasta que estuvieran rotas. Que maravillosa intensidad la de la gotita de sangre que chorreaba sobre su piel, y los sucesivos moretones cambiando de violeta a verde hasta desaparecer!
Ese Niño es un santo!, se comentaba en el colegio y casa de las chismosas, donde el Niño exhibia sus brazos moretoneados y el cuello.
Energia creadora!, suspiraba la madre, pidiendole en vano a el fenomeno de su hijo que la ayudara con las bolsas.
Luz de los autos entrando y oscuridad de la casa!, refunfuñaba, Niño!, anda a cambiarte!
Fue esa misma tarde: el Niño tuvo una revelacion frente a la figura que le mostro su abuelo: un santo de madera podrida, manos atadas tras un arbol, el torso lleno de flechas.
Noche de navidad, Por fin!!
Los tios iban dejando paqutes bajo el arbol. Y el Niño en la cama impaciente: que tragaran pavo y champaña, que dejaran el desorden de papeles y cintas esparcidos en el suelo. Que se fueran ya, que desvaneciaeran como lo hacen todos los años.
Los siglos de los siglos: que suplicio!. Hasta que sintio el cerrar de el porton, y los ruidosas cepillos de dientes, murmullos, risas acalladas en el baño, y la puerta abriendose y la mano de su madre sobre la frente, su temperatura se habia elevado, eso solo significaba una sola cosa.

La gran hora habia llegado!!!

Aplausos!!

Guiado por los colores del arbolito, ya medio sudado en la sala, comenzo a enterrarse las jeringas una a una: por todas partes. Tan hundidas estaban que no se desclavaban. Y fue acomodandose en la silla, con cara de alivio, las manos detras del respaldo en esa hora de regalos, quieto ante su publico espectante, preparado para recibir por la mañana, (ya no puede eseperar!!), a sus padres.