miércoles, 11 de mayo de 2016

Son 120 las necesarias

Los sonidos se repiten una y otra y otra y otra
Su esencia perdura para no ser olvidada
Es un movimiento artístico espectral, acostado en un colchón desolado
Esperando los fantasmas en el umbral sin más que la afilada línea racional para defenderse de sus espantos y engaños
Basta solamente un terrón de azúcar malicioso
Un pinchazo solitario
Un sahumerio caprichoso
Para dirigirse hacia lo amortizado
Un oprobio entre consciencias, y con ciencia restregando sus alturas y bajezas en las caras de los ignorantes
Una iglesia patronal con pastillas alcohólicas para prender una llama de retorcida sabiduría llavada a ciegos con binoculares
Un desgarramiento neuronal para abrir las puertas retenidas por las máquinas transformistas y costumbristas, sin más fín que esparcir sus semillas para que broten como semejantes idénticos, plasmando su soberbia y estrechez en el reloj de arena infinito
Sin más que mi mente y deseos burgueses, se desata la confrontación vergonzosa en los hemisferios, deseando la llama que alumbra en los hoyos negros, que alimenta con solo mirarla y te conforta en las noches polares del ártico.

lunes, 10 de junio de 2013

Soy

soy la consciencia perdida
soy el hálito desintegrado
soy el humano mal gastado
soy la tristeza encarnada
soy el amante mal amado
soy el entregado sin vuelto
soy el buscador ciego
soy la frecuencia disonante
soy la muralla de mis paredes
soy mi propio fantasma
soy el agrio podrido
soy la negra noche entregada
soy el feto mal parido
soy la lacra pegada
soy el observador obtuso
soy el mentiroso inseguro
soy el actor agrietado
soy el narcisismo galopante
soy el inseguro estrellado
soy la maquina rompe vínculos
soy el manantial distorsionado
soy el causo ensimismado
soy la tarea inconclusa
soy la mente difusa
soy siempre y nunca
soy tan solo
soy yo tan solo
soy la aprendiz de la virgen
soy el dominador castigador
soy la sirvienta castigada
soy la llama tambaleante
soy la pulsación irritante
soy la lagrima que corre
soy el recuerdo que extraña
soy el extraño intruso
soy el agresivo intimidante
soy el agresivo pasivo
prefiero no ser pero no puedo

domingo, 30 de agosto de 2009

Fotos del celular


Cuando conecté mi celular al computador, descargué todas las fotos que tenía. Esta es una de ellas:

La saqué con la camara de mi celular. Es una lampara de marmol; mas bien como una columna con una ampolleta al fondo.

lunes, 27 de abril de 2009

Anécdota

Les contaré una anécdota que aún me sigue atormentando en las reuniones familiares. Es de las típicas anécdotas que las tías gritan para asegurarse de que todos las escucharon, y al mismo tiempo te dejan colorada la mejilla de tanto apretón bonachón.
Cuando yo era chico, vivía con mis padres y un perro en El Tabo. Para ser más exactos, vivía en un fundo que se llamaba el membrillo. Nunca se me olvidará ese nombre. A mi papá le gustaba cambiarle unas cuantas letras, por lo que cuando nos preguntaban donde vivíamos, siempre decía: en el fundo el miembrillo. Esto generaba casi la mayoría de las veces risas, otras… no tanto.
Mis padres, yo y un perro, vivíamos solos en una antigua casa. Mi padre había estudiado agronomía, por lo que a sus veintinueve años decidió comprar un fundo para cultivar la tierra. Cultivar qué en la tierra, eso si que no tengo idea. El perro que vivía con nosotros se llamaba Canela. Era realmente una perra de raza doberman color canela, (de ahí viene el nombre por si no se habían dado cuenta). Yo no me acuerdo mucho de ella. Para ser totalmente honesto, del fundo tampoco me acuerdo mucho. Yo crecí allí desde que nací hasta los seis años, por lo que tengo de recuerdo solo fragmentos de situaciones, de gente y lugares. Tampoco me acuerdo mucho de mi anécdota. Esta solo ha sabido sobrevivir a través de pellizcones y griteríos. En fin, ¿Cuál es entonces la tan enigmática anécdota?
Sucede que cerca de la casa, había una pileta con nenúfares y sapitos. También tenía musgo y agua, (obvio). Estaba sentado en su borde con mis tiernos e inocentes cinco años, cuando mis padres encontraron que era una perfecta ocasión de sacar la cámara filmadora y grabar un momento tan importante en la vida de los hijos, que es… estar sentado en un una pileta jugando con el agua. ¡Que lindo se ve nuestro hijo!, pero, ¿Qué es lo que está haciendo con el brazo?, fue lo que se preguntaron mis padres al ver que levantaba el brazo al aire, intentando espantar algo. La cinta corría y mi brazo subía nuevamente. Creo que hice ese movimiento al menos unas diez veces. Cuando ya la intriga de mis padres era lo suficientemente grande como para intentar preguntar algo al respecto, salieron de mis labios aquellas palabras que se repiten una y otra vez en los distintos departamentos de mis familiares: ¡Abeja wiona!
Así es… estaba intentando espantar una abeja que me estaba molestando. Desde ese día, mi tía me dice con voz de guagua ¡Abeja wiona, abeja wiona!
Yo sigo escuchando esas palabras una y otra vez, pero, ¡pucha que era wiona esa abeja!~

sábado, 18 de abril de 2009

Cotidiano

Siempre cuando terminan las clases, me voy caminando a mi casa. En realidad no es mi casa, es de mi tía. Bueno, tampoco es de ella, ella lo arrienda.

Me acuerdo que una vez, estaba caminando cerca del Lider, y vi a un perrito con un pan envuelto en plástico. Se lo saqué del hocico para quitarle la bolsa y darle el pan solo. Quedó re contento el perrito. Tenía que caminar cuarenta minutos para llegar a la casa de mi tía, asíque me puse en marcha nomás. Ajuste los audífonos y me puse a pensar en cual sería la mejor forma de escribir este relato. De ahí más adelante estaba llegando a un terminal y se me acercó otro animal. Este igual estaba más viejo que el otro. Era picado a Pastor Alemán, y el lomo estaba casi pelado. Tenía como unas pelotas cerca de las patas, y la mirada más triste que haya visto en mucho tiempo. Al final se terminó comiendo mi pan. Yo no tenía hambre, así que mejor que se lo comiera él. Ya no me faltaba tanto para llegar; estaba a catorce minutos de la casa de mi tía. En su casa hay un perrito chico que se llama Benito. Nunca me gustaron mucho los nombres de personas para los animales. Creo que es de una raza llamada Pug. Yo encuentro al perro algo parecido a un chihuahua gris. Igual es medio gordito. De repente se escuchan los comentarios en la casa; dicen que el tío Pelao había elegido ese perro porque eran casi iguales. No es que mi tío se parezca a un perro, es que el perro se le parece en actitud. Igual es medio gordito. Ya podía ver de cerca el edificio de mi tía. Para entrar hay que cruzar una avenida con autos. Es complicado a veces. Cuando entras hay un caminito de adoquines en un follaje muy grande de pasto. A veces riegan y te mojas entero. Otras veces pisas caca de perro. Lo peor de pisar caca es que nunca me ha llegado plata. Es complicado a veces. Al lado de la entrada había una empleada que había bajado a los perros. Era un pequeño Puddle, con otra perrita chica. Ahí pensé que si yo tuviera que comprar un perro, sería un Chetland Sheepdog. Es como un Collie, pero más chico. Dicen que es uno de los perros más inteligentes que existen.

Mientras la empleada hablaba con el conserje, uno de los perritos fijó su vista en mí. ¡Que simpático perrito! Yo pensé que me dejaría acariciarlo, asíque lo llamé. Después de todo lo que he hecho por ellos en este día, supongo que me dejará acariciarlo. El perrito comenzó a venir hacia mí revoloteando la cola de alegría. ¡Que simpático perrito! Se detuvo a pocos centímetros de mi mano mientras me miraba fijamente. Justo cuando pensé que todo iba bien, me mordió fuerte el dedo. También me gritó unos ladridos bien fuertes. La empleada también me gritó algo bien fuerte ¡Ay no!, ¡perra caprichosa! Dijo esto como disculpándose. Así fue como me dí cuenta de que los perros son, al igual que las personas, todos distintos: nunca sabrás que esperar de ellos~

lunes, 29 de diciembre de 2008

A quien no le ha pasado?


Ayer volvía de mi trabajo. Acababa de ser ascendido a Super Duper Gerente internacional de la compañía. Estuve esperando ese cargo siete largos años. Además del incremento de sueldo y unas vacaciones mas largas, me regalaron un cenicero de metal en el cual salia escrita la frase "Por un brillante futuro". Estaba corriendo por las calles deseoso de contarle la buena nueva a mi amada esposa y mis perfectos hijos. Depronto, se me acercó una persona. Al principio no sabía quien era, pero su olor lo delataba: era un oloroso vagabundo. Me di cuenta de que se me había acercado para pedirme una limosna. Gustoso le daría algo de dinero; despues de todo me habían acabado de ascender. Estaba depositando las monedas en su mano cuando de pronto tuve una sensación extraña. En vez de darle el dinero, decidí invitarlo a que se quedara un día en mi casa. Podría comer a gusto y sentir por algun momento lo que era dormir en una cama de verdad. Luego de presentarlo a mi familia y tener una comida bastante descente, lo instalé en la habitación de invitados. Mas entrada la noche, terminé de ver las noticias, apagué mi habano y fui a desearle las buenas noches a mis hijos. Les besé la frente y cerre la puerta con suavidad para no despertarlos. Estaba apagando las luces del pasillo, cuando de pronto vi un objeto y no pude para de observarlo. Era el pesado cenicero que me habian regalado ese día. Lo tomé con mis dos manos y sentí su peso. Entré a la pieza en la que estaba durmiendo el vagabundo, prendí las luces y azoté el cenicero contra su cabeza una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez hasta que sentía como su cabeza había prácticamente desaparecido y comenzaba a pegarle a la almohada. Dejé el cenicero cuidadosamente en el velador, apagúe la luz y cerré la puerta con suavidad para no despertarlo~

viernes, 17 de octubre de 2008

Little did he know.

Daniel se levantó aquella mañana, como lo hubiera hecho en una mañana cualquiera. Quitó rapidamente las frasadas, cosa de que el frio matutino lo ayudara a despertar y a prepararse para su nuevo día. Metío sus pies en sus pantuflas y tomó rumbo hacia el baño. Abrió la puerta y encendió la luz. Busco su cepillo de dientes con la mirada. Encontrar un cepillo en las mañanas puede ser mas engorroso de lo que se podría pensar, nunca sabes donde puede estar. Una vez localizado, Daniel tomó el cepillo y le puso pasta de dientes. Comenzó a cepillar sus dientes de la misma forma en que lo había hecho las 452 veces anteriores, partiendo por los dientes de la izquierda y terminando en los de la derecha. Enjuagó su boca con abundante agua, y luego la escupió. Apagó la luz del baño, y volvió a su pieza, en la cual tomó las mismas prendas que había usado el día anterior, y comenzó a ponerselas, de la misma forma en que lo había hecho las 631 veces anteriores, partiendo por los calcetines, y terminando con la bufanda. Tomó su mochila que estaba colgada en una silla, y salió de su casa. Caminó hacia el paradero de la micro, no sin antes comprarle al mismo vendedor, el mismo café que solía tomar todas las mañanas que iba camino al paradero. Esperando la micro, alcanzó a leer por encima del hombro de un caballero su horóscopo. Leer por encima de los hombros era una técnica que Daniel había desarrollado en los últimos 945 días, cada vez que podía. A Daniel le gustaba bastante intentar actuar de acorde a los consejos que le entregaban las efímeras premisas impresas en el papel. Poco sabía él, que justamente eso sería la causa de su muerte. Desgraciadamente el tímido Daniel creyó demasiado en sus horóscopos. "La vida le sonreirá, siempre cuando sea capaz de sonreirle a las personas que lo rodean". Terminado de leer esta frase por sobre el hombro de un caballero, se dió cuenta de que había una persona a su lado que lo miraba fijamente. Era una persona la cual Daniel nunca había visto en su vida, o eso creía él. En realidad era la persona más importante de su vida, iba a ser la culpable de su muerte. Tras darse cuenta de que lo miraban, Daniel no atinó a hacer nada más que voltearse y sonreir. Gracias a que se volteó, tropesó con la vereda y calló a la calle, por la cual en ese preciso momento pasó una micro, la cual lo chocó y mató al instante. Desgraciadamente el tímido Daniel creyó demasiado en sus horóscopos~